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La mala puntería de Cristiano, la mala planificación del Madrid y lo bueno de perder

CR y la ley de Murphy. La mala puntería de Cristiano no está en los diez goles menos que lleva respecto a la temporada pasada. Su mala puntería empezó el día que fijó su fiesta de cumpleaños después de aquel derbi frente al Atlético de infausto recuerdo, con Kevin Roldán como triste protagonista. Ahora la mala puntería tiene que ver con la coincidencia del estreno mundial de su película en Londres con la primera derrota de la temporada en el Sánchez Pizjuán y con su peor versión en sus seis temporadas como madridista. Acompañado por Ancelotti, Mou y Ferguson en “uno de los días más importantes de mi vida” y sin un solo representante del Madrid, como prueba inequívoca de su cuestionada jerarquía. A Bale sí fue Benítez a verle a Gales…

“No quiero jugar de 9”. Cristiano Ronaldo no entendió el cambio de su posición natural para recolocar a Bale, donde el galés y su agente dijeron que quería jugar. Luego llegó la baja de Benzema. Como Florentino acepta que el francés sea el único delantero del mundo que no tenga competencia en su puesto, Cristiano tiene que hacer las veces de ‘9’ de circunstancias. Se resiente Cristiano, se resiente el Madrid y, para colmo, el presidente le monta una escenita entrando al estadio antes de un gran partido de Champions. Un pulso televisado con susurros y posteriores carantoñas al PSG.

Inteligencia emocional. Ni Florentino, mira que lleva ya añitos, ni Benítez han conseguido decodificar a Cristiano. Al portugués no le faltan piernas ni profesionalidad ni mucho menos dedicación. Si se hubiesen preocupado menos de leer sus declaraciones y más de llegar a su corazón, sería mucho más feliz y no se deslizaría con tanta facilidad esa imagen de mercenario. Estamos hablando del máximo goleador de la historia del Real Madrid. Quieren que disfrute defendiendo, cuando dejó de disfrutar atacando.

El Madrid ya tiene su Anoeta. La pasada temporada, la derrota del Barcelona en Anoeta supuso un punto de inflexión para el equipo azulgrana. Se dijeron las cosas a la cara, Luis Enrique dejó de echar pulsos a Messi y el Barça, con todos sus líos futbolísticos y judiciales, conquistó el triplete. La derrota del Madrid en Sevilla sirvió para escenificar todos los problemas futbolísticos que se intuían y que los resultados maquillaban. El Madrid no está hecho como equipo, está muy lejos del equilibrio que quiere su entrenador y del desequilibrio que quieren sus aficionados. Sin Keylor ni Marcelo no sonó la flauta.