Keylor Navas era el tapón de la bañera

Empezó bien el Madrid, encerrando a un Sevilla que salió al campo inseguro y sin nervio. De ese arranque salió un tirazo de Nacho al palo y un gol espectacular de Sergio Ramos, chilena en un córner, de la que salió resentido del hombro. Y se tuvo que marchar. No parecía preocupante para el Madrid, dado lo que había delante. Pero el Sevilla empezó a espabilar gracias al descuido del Madrid por las bandas, y con llegadas de Tremoulinas y Mariano, el Sevilla empezó a crear peligro y a animar a su público. El Madrid no pareció preocuparse, no aceleró, pero al descanso ya había encajado el empate.

Y en la segunda mitad se fue derrumbando progresivamente, hasta llegar a un mínimo difícil de explicar, sólo maquillado por el gol final de James, consuelo menor. Toda la segunda parte fue del Sevilla, de nuevo avasallando por las bandas, y con Konoplyanka alborotando una barbaridad. Así llegaron los goles locales segundo y tercero y hubo ocasiones para la goleada. El Madrid estuvo sorprendentemente ‘groggy’, hundido físicamente, sin juego y sin moral. Le levantó algo la salida de James, pero para entonces el Sevilla ya estaba lanzado, feliz como no lo había sido aún esta temporada.

Cristiano jugó mal, casi tan mal como ante el PSG. No tanto porque eso es imposible. Pero el asunto da para pensar lo de su nueva demarcación. Cristiano es tanto, ha dado tanto al Madrid, en energía competitiva y en goles, que perderlo no sale gratis. Y otra observación: me parece que ahora es más visible aún que Benítez le debe mucho a Keylor Navas. Con unos cuantos (bastantes) milagros en el Bernabéu y en distintos campos, ha ido apañando los resultados, hasta el punto de que el Madrid ha sido líder estas jornadas. El equilibrio, ya se ha visto, era él. Era el tapón de la bañera, y al quitarlo...