La no suerte del no campeón

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Hay derrotas que son fundadoras, el punto de partida de algo bonito. No soy para nada un aficionado del Paris Saint-Germain, pero tengo que reconocer que me he quitado el sombrero ante lo que el equipo de mi país hizo en el Santiago Bernabéu. Pues sí, jugando así, con ese espíritu, con esas ganas, el club de la capital gala tiene derecho a soñar en triunfar de verdad en Europa. A pesar de salir vencidos del Santiago Bernabéu, los hombres de Laurent Blanc se han ganado el respeto de los que saben, o pretenden saber de fútbol. Después de todos los palos recibidos hace quince días, los parisinos han sabido reaccionar con grandeur (grandeza) y empequeñecer al Madrid. Lo que no es poca cosa…
Blanc se equivocó en el partido del Parque de los Príncipes pero, anoche, su planteamiento ofensivo estuvo a la altura de los acontecimientos y no se le puede reprochar nada. Tampoco se puede acusar de la derrota a los futbolistas franceses, salvo a Trapp, el portero, por su error en el gol de Nacho. Sin embargo, y eso es realmente injusto, el PSG tuvo la no suerte del no campeón. Y el Madrid, la suerte del campeón. Tantos remates de los galos, tantos palos para volverse sin nada y acabar segundos en el grupo. En esos momentos nos damos cuenta lo mucho que pesa la historia en partidos del alto nivel. El PSG tiene que seguir avanzando, seguir acumulando tristezas antes de conocer las alegrías. Anoche ocurrió algo bonito.



