Rossi y sus incondicionales

La polémica entre Rossi y Márquez continúa y continuará. Aunque polémica, como tal, no debería de haber. En el incidente de Malaisia hubo una víctima, Márquez, y un culpable, Rossi. Pero esto es como el fútbol mismo: los incondicionales de un equipo nunca reconocerán el penalti justamente señalado con él. Y al contrario: verán a su favor un penalti clamoroso donde no lo hay. En el caso que nos ocupa de las motos está ocurriendo exactamente igual, aunque la jugada no ofrece dudas, pero Italia no acaba de reconocer que Rossi, con patada o sin ella, echó fuera de la pista a Márquez, que fue lo que benévolamente castigó el árbitro. Y como la cosa se está enredando, la Federación Internacional de Motociclismo llama al orden.

Es difícil que llegue la moderación cuando los seguidores de ambos pilotos se cuentan por millones. Las motos son uno de los espectáculos más seguidos en el deporte. Cada semana compite de tú a tú con el fútbol, la fórmula 1, el tenis y el ciclismo. Márquez y Rossi son ídolos, y de éste depende apagar el fuego que sigue ardiendo. Si reconociera su artera maniobra sofocaría los ánimos en Italia y aquí recuperaría la admiración perdida. Pero es difícil. Rossi quiere ganar fuera de la pista lo que no puede conquistar en ella. Con menos carreras ganadas que Lorenzo y Márquez, y su última victoria hace dos meses, ve que el Mundial se le escapa. Si Márquez y Pedrosa se han entrometido en su lucha será porque están siendo mejores que él. Es lo que no admite.