Blatter, Platini, Qatar, EEUU y Rusia
Blatter se ha soltado la cadena en la gran agencia rusa, la TASS. Es la primera entrevista a fondo que concede sobre los sucesos que vive la FIFA, más allá de una muy personal, lastimera y lacrimógena que concedió a un medio afín en Suiza, sin ninguna utilidad ni revelación. Esta tiene más interés, porque aunque no le va a exonerar de nada de lo ocurrido bajo su responsabilidad, pone el foco donde está: en la guerra de bloques, que de repente ha irrumpido en el fútbol, que siempre supo mantenerse ajeno a ella. No así el COI, que la sufrió y lo pagó en boicoteos. Bueno, pues ahora ha llegado al fútbol.
Blatter explica su plan: el Mundial de 2018 en Rusia y el de 2022 en EEUU. Pero eso se le habría enredado cuando se cruzó Qatar, vía Platini, para el de 2022. Lo que dice cuadra al milímetro con algo que nos explicó Platini, con naturalidad redimidora, a Maroto y a mí en una entrevista para este periódico. Nos dijo que Sarkozy le invitó a una cena en el Elíseo, en la que se vio agasajando al emir de Qatar. “Nadie me dijo lo que tenía que votar, pero pude comprender por mí mismo”. A raíz de eso, cuatro votos europeos con que contaba EEUU pasaron a Qatar. De aquellos polvos vienen estos lodos.
Estados Unidos, que tras tratar de colonizar el mundo con sus deportes ha llegado a la conclusión de que como el fútbol, nada, se vio fuera del tablero. No sería tan grave si no fuera porque Putin, que sí tiene su Mundial, se ha puesto de repente a reorganizar el mundo por su cuenta. Eso explica que Merkel, Cameron, Hollande y Obama hayan descubierto, tan de golpe como el capitán Louis Renault descubrió que en el Rick’s Café se jugaba, que en la FIFA se roba. Y también explica que Blatter haya hecho saber que Platini se lo llevaba calentito. Aquí nadie puede tirar la primera piedra.