Una derrota que sabe a victoria
Está claro que perder nunca gusta, pero hay distintas formas de hacerlo. Según el contexto y las circunstancias algunas veces puede incluso reforzarte. La Sociedad Deportiva Eibar visitaba al todopoderoso Fútbol Club Barcelona inmerso en una dinámica de resultados realmente positiva. Los 13 puntos que acumulaba le otorgaban la tranquilidad suficiente para afrontar este reto de dimensiones siderales sin ningún tipo de agobios clasificatorios.
Es uno de esos partidos que más ilusión genera entre los jugadores y aficionados. No obstante, José Luis Mendilibar, fiel a su discurso habitual, comentaba en la previa que era un encuentro como otro cualquiera. Y así lo fue. El técnico de Zaldibar, un hombre que tiene las ideas muy claras, no varió ni un ápice su sistema tipo en el imponente Camp Nou, estadio donde muchos otros, casi todos, optan por ser conservadores. Presentando de inicio un valiente y ofensivo 1-4-2-3-1 el equipo armero maniató durante los primeros compases del choque al conjunto culé y esto les permitió adelantarse en el marcador. Luego, polémicas aparte, la lógica se acabó imponiendo.
Aun así, con lo demostrado hay motivos para estar satisfecho. Resulta difícil equilibrar las notorias diferencias de presupuesto o calidad existentes en una liga tan descompensada, aunque con esfuerzo, trabajo, ganas y raza cualquier cosa es posible. Por ejemplo, que un equipo humilde de un pueblo que apenas sobrepasa los 27000 habitantes y que hace poco tiempo luchaba en el mismísimo barro, compita descaradamente en la élite. Eso en sí ya es un triunfo. Un precioso sueño del que los eibarreses no quieren despertar.