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El espacio que necesita Cristiano para ser feliz en el Madrid, más allá de los goles

Benítez, siempre a medias. “Cristiano es un caballo ganador. Necesita su espacio, si se lo das, te lo devolverá con goles y con compromiso. Nadie se puede imaginar la de entrenamientos y partidos que jugó mermado la temporada pasada,” me comentó un compañero de vestuario. El mejor Cristiano siempre aparece cuando se siente líder, escuchado y cuando percibe que no hay ni una fisura en torno a su jerarquía en todo el club, desde el primero hasta el último, pasando por el entrenador. Cuestión de cariño. Benítez no termina de redondear el halago: “Está bastante bien, como todo el equipo. Es garantía de gol y volverá a marcar”. No será más fácil decir que es el vigente Balón de Oro y que lo demuestra cada partido con su calidad, su actitud y su voracidad. Se acabó el debate.

La singularidad del Madrid. En la gestión de los egos y las cargas está gran parte del éxito para el técnico del Madrid. Diría que más allá de lo táctico. No es casual que perfiles como el de Del Bosque o el de Ancelotti hayan conquistado las últimas Champions. Hay tanta presión alrededor, los jugadores como Cristiano son tan competitivos de por sí, que meterle más carga, en el día a día, puede ser contraproducente. Benítez corre ese peligro. Siempre será mejor que hagan lo que tú quieres, aunque crean que lo han decidido ellos y otros piensen que no mandas, a que el presidente crea que tú mandas, pero los jugadores no crean en lo que hacen.

Zoco y el orgullo de los once españoles. Recordando la inolvidable figura de Ignacio Zoco y su indiscutible legado como guardián de la historia del mejor club del Siglo XX, se ha reparado en la final de la Copa de Europa de 1966 en la que once españoles, con la camiseta del Real Madrid, doblegaron al Partizán en Bruselas. El propio Zoco formaba parte de una cadena de grandes defensores españoles como su otro yo, Pirri, en la que podríamos incluir a Chendo, Camacho, Hierro o Sergio Ramos que, sin nacer en la cantera blanca, resultan protagonistas claves de la historia del Real Madrid. Cuanto más mercantil se ha vuelto el fútbol, más necesaria es la identidad en el vestuario.

El ocaso de Ronaldinho. Puede que estemos ante los últimos retazos de Ronaldinho como futbolista. En lugar de refugiarse en Dubai o en China, donde regalar algunos vídeos más de Youtube en forma de regates imposibles y goles, decidió seguir ‘compitiendo’. En el Fluminense sólo ha durado 80 días. Ha dejado de disfrutar. Allí sólo se habla de los entrenamientos cortos, de los cigarros y sus amigos susurran el anuncio de su retirada. Su talento merecía otro final.