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Medalla de Oro a la España de Gasol

El deporte no da soluciones, pero da alegrías, y la de este domingo fue de las gordas. Y el momento, oportuno. Cuando la copa bajaba en globo (al fin y al cabo los hermanos Montgolfier eran franceses) pensaba en lo bien que viene este éxito, liderado por un catalán universal, al que en el quinteto ideal del campeonato acompañó un tinerfeño. De Canarias a Cataluña, toda España representada en una causa común y vencedora ante el resto de los países de Europa. Sólo es deporte, sólo es baloncesto, pero todos querían ganar. No da ninguna solución, no, pero da una alegría oportuna en estas fechas de difícil discordia.

Esta vez España ganó de calle. Ha hecho una competición de menos a más, hasta arrasar en esta final en la que Lituania apenas tuvo ocasión de sentirse capaz de ganar. Scariolo ha llevado a este torneo un equipo con menos estrellas que otras veces, por lesiones, agotamiento o renuncia en algún caso, pero ya antes del torneo alguien me anunciaba que eso podría no ser malo. Que la gestión de minutos podría resultar más fácil. Y parece que así ha sido. Los mejores han jugado más, los de no tan primera línea han aceptado bien su papel, no han sido necesarias pleitesías ni ha habido malas caras.

Eso sí: esto ha sido posible, sobre todo, por un Gasol descomunal, que a sus 35 años ha soltado en este campeonato algunos de los mejores partidos de su vida. Gasol es el hilo conductor de todo este ciclo glorioso del baloncesto español, que también ha sido factible por tantos otros buenos jugadores, algunos que estuvieron y no están, otros que entraron sobre la marcha y uno, el capitán, Felipe Reyes, andaluz madrileñizado, que también está desde el principio. Todo amalgamado por Pepe Sáez, extremeño sevillanizado, presidente de imaginación y pulso. Un ciclo largo y magnífico y un oro muy oportuno.