¡Héroes de España!
Subidón histórico. Quién me iba a decir que una de las mayores alegrías de mi vida como fiel hincha del básquet la iba a vivir a cachos. Me explico. Ayer estuve en Cádiz en el bonito acto del patrocinio de la camiseta de los gaditanos por parte de nuestro diario. Fui en tren de Cádiz a Sevilla y allí cogí el AVE de las 19:45. Yo estaba nerviosísimo y eso que quedaba más de una hora para la batalla de Lille. Sabía que todos los vaticinios y las apuestas iban en nuestra contra, lo que aumentaba la zozobra ante la duda era de si podría ver el partido por internet. Durante el viaje en el AVE la tablet funcionó, y además tuve la ayuda de un grupo de whatsapp, todos fieles enamorados del básquet, con los que iba comentando la igualdad del encuentro y cómo los franceses nos estaban comiendo la tostada en el rebote ofensivo. “Tranquilo, Tomás, estos no nos van a dejar ganar y en caso de duda, los árbitros les ayudarán”. Según iba avanzando al viaje, llegó el temido tercer cuarto. Cuando íbamos once abajo (40-51) desconecté. Reconozco que llegué a perder la fe. No me lo perdono. Pero me surgieron las preguntas: “¿Y si Gasol saca su gen de Rey de la NBA y mis chicos del Madrid le echan un par como han hecho esta temporada?”. Llegué a Atocha a las 22:15. Subí al taxi y el hombre llevaba un canal de música clásica. Casi me lo como. Puso la SER y ahí empezó la locura. Ya me íba acercando a casa, subí las escaleras corriendo (no quise ni esperar al ascensor) y me puse delante del televisor. Entré en el último minuto cuando nos pusimos tres arriba. Triple de Batum. Mazazo. Prórroga. Pero los cinco minutos extras fueron la locura. Fue como nadar entre delfines. Y los minutos finales de Pau Gasol para enmarcar en el corazón de un país entero. Ese mate, el éxtasis. Y la suerte es que lo pude ver. ¡Eso sí lo vi! Mereció la pena sufrir tanto para disfrutar de un éxtasis semejante. Y con el Chacho, Llull, Rudy y Reyes en la pista, junto a Gasol, en los momentos decisivos del partido. Mi Madrid, con Gasol. Eso no fue un sueño. Fue una realidad.
Pellízquenme. Díganme que no estoy soñando. Si me dicen que imagine el guión ideal para dibujar la revancha, habría sido así. Con 27.000 franceses callados. Con Gasol convertido en gigante de gigantes y elevando el orgullo de ser español hasta el infinito, acompañado por ese póquer madridista que este año lo ha ganado todo (Chacho, Llull, Rudy y Reyes). ¡Héroes! Ahora a por la final. El domingo, a las siete de la tarde.
Una historia para contar. Esta victoria quedará para los restos. El drama del pasado Mundial en el Palacio ha caducado. Esta gozada me recuerda a aquella victoria ante Estados Unidos en el Mundial de Colombia (1982) o a la inolvidable plata olímpica de Los Ángeles. Scariolo ha logrado unir un grupo de chavales que llevan el orgullo de ser españoles por bandera. Toda España pasó anoche por el aro. La gesta de Lille se la contaremos a nuestros nietos. Este recuerdo perdurará largo tiempo en nuestra memoria. ¡Viva España!