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Si Messi se hace demasiado cómodo...

Si Messi se hace demasiado cómodo...

La noche feliz del martes se agrió ayer, con un punto en dos partidos y nuevos problemas de televisión. Todavía muchos aficionados buscando dónde y cómo. Y los cortes en Total Channel. El ideal de la UEFA no es que los partidos de su competición estrella se malvean, pero aquí las cosas han transcurrido de esta manera. Un astuto reventa no tiene por qué ser capaz de organizar un operativo complejo, algo para lo que se requieren habilidades diferentes. Mientras esto se asiente, viviremos estos azares. Las quejas, a la devoción de la UEFA por el Mercado, escrito así, en mayúsculas.

Disgustos televisivos aparte, la jornada nos dejó la pifia del Valencia (bastante abandonado por su público en noche especial) y el resultado mediocre del Barça. Digo mediocre desde las exigencias actuales. Empatar en un campo italiano es algo que no hace mucho se veía bien tirando a muy bien. Y más si, como fue el caso, se lleva la iniciativa, del principio al final. Pero vivimos tiempos en los que al Madrid y al Barça sólo se les permite ganar, y por un margen generoso. Y, por supuesto, con peso decisivo de sus respectivas estrellas, Cristiano o Messi, que se reparten los siete últimos balones de oro.

Así pasa que cuando los partidos entran en monotonía la mirada se distrae en ellos. Ayer, en Messi. Y se le vio demasiado cómodo. Hace un año escribí aquí que ‘distefaneó’ en el campo del City, mi mayor elogio. Se echó atrás, armó, imaginó, llegó al gol. Lo de ayer me recordó más bien al Puskas del último año, casi cuarentón, refugiado en su sabiduría y su gran pierna izquierda, practicando un juego sin desgaste. Ingenio y técnica sin riesgo ni esfuerzo. A mí al pie, los demás a correr. Alguna arrancadita a ver si me devuelven la pared, pero no salía. No fue el Messi que debe ser, por eso no ganó el Barça.

 

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