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La solvencia de un buen proyecto

El Granada formó parte de mi niñez en mis primeras ligas. Era un equipo aguerrido, competitivo y, en defensa, una roca. De hecho, recuerdo que en 1972 y 1974 acabó sexto en la tabla, lo que ahora le hubiera dado la opción de jugar la Europa League. Han pasado varias décadas. El fútbol y la Liga han cambiado, pero ayer encontré la misma ilusión y las mismas ganas de engrandecer este escudo que hace 40 años. Hace unos meses, Sandoval firmó un milagro con una salvación agónica en la última jornada que yo celebré como si fuera el minuto 93 de Lisboa. Este equipo construido con talento y el buen ojo de Quique Pina no podía irse al garete, teniendo un estadio imponente y una ciudad fantástica arropándole siempre. Aunque fuese en la foto-finish, la salvación del Granada nos permitirá este año aspirar a cotas más altas. Sandoval maneja una plantilla más amplia y estoy seguro de que esta vez no será necesario tirar de marcapasos.

Los ojos iluminados de Andrés Fernández (cruzó este verano su camino nada más y nada menos que con Iker Casillas) y El Arabi (un delantero de calidad internacional) demuestran que esta temporada el Granada va muy en serio. Ayer los aficionados mostraron sus inquietudes al presidente y al técnico madrileño, pero desde la tranquilidad. Saben que se encuentran ante un proyecto firme y solvente. Este Granada huele a fútbol. Tengo la sensación de que en Los Cármenes se lo van a pasar muy bien a lo largo de este curso...