Despido al cuadrado de Luxemburgo
Jara. Fue la imagen de la Copa América: el dedo de Jara en el trasero de Cavani. El uruguayo fue expulsado por su reacción posterior y el chileno castigado con tres partidos (luego reducidos a dos) cuando la tecnología le dejó en evidencia. La competición pasó, pero el episodio ahí permanece, persiguiendo a su infractor. En Uruguay le siguen esperando para la venganza. Y hasta lo reconocen en alto: el 17 de noviembre está marcado en rojo en el calendario de las eliminatorias para el Mundial. Y en su club, el Mainz alemán, que ya mostró oficialmente su desprecio nada más producirse el incidente, se lo están haciendo pagar sin piedad. El central no ha sido todavía ni convocado. Pasó el cierre del mercado y Jara, al que al menos Sampaoli mantiene por ahora en su selección, no ha conseguido escaparse. Ni el dedo de Mou salió tan caro.
Jonás. Sus refrescantes galopadas por la banda fueron seña de identidad durante tres temporadas en el Mallorca. Era carne de grande, un futbolista creciente y apetecible que la Premier le arrebató en su mejor momento a la Liga BBVA. Lo disfrutó el Newcastle durante seis años, hasta que un tumor en un testículo lo sacó del césped. Jonás, futbolista por prescripción médica (obligado a hacer ejercicio para superar una parálisis en la parte izquierda del cuerpo, así empezó todo), no se iba a rendir. Hace unos meses, en marzo, el extremo argentino regresó triunfante a las canchas tras derrotar a la enfermedad. Y este lunes, libre y con 32 años, dio un agradable sobresalto al mercado firmando por el Deportivo. España lo celebra: recupera a un notable futbolista y un ejemplo maravilloso de superación.
Vanderlei Luxemburgo. Llegó a ser seleccionador de Brasil, coleccionista de títulos en su liga y entrenador incluso del Real Madrid (el último al que destituyó Florentino Pérez antes de su renuncia a su primera presidencia del club). Enemigo declarado de los extremos, el cuadrado mágico era la fórmula geométrica que distinguió a su centro del campo. El lunes fue despedido del banquillo de Cruzeiro, campeón del Brasileirao las dos últimas temporadas (con otro técnico al mando, Marcelo Oliveira) y equipo de la zona baja de la tabla en el presente torneo (a 24 puntos del líder, el Corinthians). Ya son dos los despidos de Luxemburgo en 2015: en mayo le echó Flamengo y en Cruzeiro no ha durado tres meses. Con 63 años, su fútbol empieza a curvarse.
Higuaín. Messi está en Houston, ningún problema. Pese al rumor intencionado de alguno de sus aduladores, el seleccionador Martino a la cabeza, Lio acudió a la llamada de Argentina. Ocurre siempre que el mejor jugador del mundo se llena de críticas por su discreto paso por la selección albiceleste. Surgen las amenazas veladas, los reproches, el socorrido “ojo, que si le critican no viene”. Como si fuera intocable, más poderoso que el escudo o la bandera. Pero Messi siempre va. También esta vez, tras el fiasco de la Copa América. El que no se ha incorporado a la gira por Estados Unidos es Higuaín. Oficialmente, por fiebre. Pero los medios argentinos, tan dados a sospechar, sostienen que se borra. Que no le apetece viajar para ser suplente del suplente.