Sin Casillas ni Xavi, pero aún con Valerón
Cada Liga que comienza renovamos una esperanza, pero la primera jornada llega acompaña por la nostalgia de los que se marchan. A todos hay que decirles que siempre les recordaremos, que eso de que el fútbol no tiene memoria no es verdad. Sí es cierto, sí, que con frecuencia el jugador lo pasa mal en el último trance, porque está muy visto, porque se le notan los años, porque hay ganas de ver a otro. A veces sufren un trato que sienten como cruel. Pero pasado ese corto periodo quedan instalados en la memoria del aficionado como algo más que un recuerdo grato. Como alguien al que debemos algo.
Este es el Año Primero sin Casillas ni Xavi, y hoy es el día para distinguir su recuerdo de un modo especial. Los años y las mareas del fútbol les han sacado de nuestro campeonato. Jugadores nobles, espléndidos, dignos de figurar en la mejor España de todos los tiempos. Amigos por encima de una rivalidad que en los años negros de Mourinho llegó a envilecerse, pero que ellos supieron rescatar de la ignominia, para bien de todos. Casillas purgó aquello ante el ala intransigente del madridismo. Mientras Xavi se marchó entre clamores, su salida fue fea. Retrato de la talla moral del florentinato.
Ellos se van, pero nos queda Valerón, que con cuarenta años va a poder recoger un último aplauso en todos los campos, aunque sea por jugar unos ratos sueltos. O desde el banquillo. Una delicia de jugador, un artista que debería haber nacido unos años más tarde. Futbolísticamente pertenecía más a la generación que llegó después de él que a la suya propia. Pero en cierto modo fue un heraldo que lo que estaba por llegar, el fútbol suave, de toque e ingenio por encima del choque y el músculo. Aún le podemos ver. Hoy en el Manzanares. Aprovechémoslo, porque este será su último año.