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Marcelo, genio y figura

Bodas de Plata. El Madrid conquistó anoche, pasada la hora de las brujas, su Trofeo Bernabéu número 25. Un justo premio que tuvo su mérito. Los turcos son guerreros, orgullosos de su escudo. El Galatasaray no vino de comparsa ni de palmero. Sneijder, un ex ilustre, y Podolski, un veterano alemán campeón del Mundo, afrontaron la velada como si hubiera un título en juego. Y lo había. Siempre que salta el Madrid al Bernabéu, miles de fiscales están tomando nota de cada acción, cada gesto, cada instante. En el Madrid no hay escondites, como bien dijo en su día Valdano. Ese fuego amigo de la grada del Bernabéu terminó apareciendo, muy a mi pesar. Primero con Cristiano, tras errar una ocasión clara al borde del descanso. Reapareció con Bale al final, cuando Benítez le sustituyó. Ayer me leí un libro de Marino Gómez-Santos, escrito en 1960, en el que don Santiago Bernabéu le reflexionaba sobre la vida, la filosofía y su amado Real Madrid. Se quejaba el gran presidente de que en la recta final del 5-1 al Peñarol en la histórica Intercontinental del 60 (que reconocía al Madrid como mejor equipo del planeta), una parte del estadio pitó al equipo pidiendo más goles. “Eso es como un tumor, y si lo dejas crecer puede ser tu final. Esa gente no valora la grandeza de lo que hemos conseguido”, reflexionaba preocupado el maestro de Almansa. Tranquilo, presi, que más de medio siglo después por aquí sigue todo igual. Eso sí, cuando lleguen los títulos esos mismos que pitan fijo que se lanzarán a Cibeles sacando pecho por su pasión hacia este escudo. Cosas veredes, amigo Sancho...

El jugador número 12. Hablando del público, es curioso que fuera el jugado número 12, el que llevaba botas, el que resolviera la trama con una acción digna de un genio. El 1-1 angustiaba al personal. Benítez no paraba de tomar notas en su agenda plagada de flechas. Algo fallaba. Mucho ataque, pocas picaduras. Y apareció él. Marcelo Vieira da Silva. El segundo capitán del Madrid. Mijatovic nos lo fichó en el invierno de 2007 por seis millones de euros, menos de la sexta parte de lo que costó Illarra. Al héroe de la Séptima habría que hacerle un homenaje por su gran ojo clínico. El brasileño cogió la pelota a 40 metros de la portería de Muslera. Amagó, avanzó, dejó a un rival atrás, a otro, se giró hacia el centro, hizo otra maniobra diabólica y se plantó ante el portero uruguayo. Con un golpeo de cadera la metió junto al palo. Gol de crack, de genio, de jugón, de un tipo que se ha convertido en la alegría de la huerta de este equipo. A mí me gusta todo eso del equilibrio defensivo y del orden táctico, pero al final uno viene del pueblo, paga una entrada y se mete en el santuario del Bernabéu para ver estas cosas. Marcelo hizo de Cristiano y de Bale a la vez. Illa, illa, illa, Marcelo maravilla...

Canteranos. La presentación de Casilla, Cheryshev, Lucas Vázquez y Casemiro como fichajes del verano me gustó. Danilo ya había sido presentado y Marco Asensio (¡te esperamos de vuelta en 2016, crack!) estaba en el palco. Esos cuatro canteranos son la sabia nueva de un equipo que debe ser más atrevido y más osado. Con la gente de casa será más fácil. Le tengo mucha fe a los cuatro.

Alegría. Los peñistas de Benavente, Ponferrada, Almería, Zaragoza, Cuenca, Salamanca o Pamplona me insistían felices en el California antes de la velada: “Gracias Piqué, contigo empezó todo”. El sextete al garete. Lo mejor está por llegar...