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El Barça no tiene piel de remontadas

Está visto: el Barça no tiene piel de remontada. Piqué intentó levantar desde su tuit una ola de fe, un poco a lo Juanito, pero las cosas se sienten o no se sienten. Y el Barça no se sintió cómodo en ese disfraz loco que tan bien le sienta al Madrid, tan afecto a las remontadas heroicas. El propio Piqué, que agitó con su mejor voluntad esa ola que no resultó, fue el primero en bajarse de la misma, apartado del partido por burrear al linier en una jugada resuelta sin daño. Pero no culpemos a Piqué. Él lo intentó, nadie le siguió. Eso puede explicar su mala reacción. Él nunca se preocupa por disimular.

La Supercopa se fue a Bilbao, con un doble resultado contundente: 4-0 y 1-1. Las vísperas se discutía si este título, al que el Athletic concursaba por la puerta trasera, dado que no ganó ni la Liga ni la Copa, merecía echar La Gabarra al río. Siento reparo en entrar en una discusión íntima del sentir ‘athletico’, tan sagrado. Pero me atrevo a decir que me encantaría ver La Gabarra en el Nervión, 31 años después, con Aduriz al frente y el resto del grupo respaldándole. Ha sido una gran doble final, ante un Barça impecable que iba a por los seis títulos. Goleada en casa, empate fuera. Sí. Que salga la gabarra.

Messi se quedó corto esta vez. Convocado a liderar una remontada, hizo un partido pálido, maquillado con un gol. Eso le deja lejos de las expectativas previas, que desbordó largamente Adúriz, un delantero de explosión tardía, que hubo de salir del Athletic para hacerse valer y regresó con un caudal de goles que ofrecer. Esta Supercopa le consagra. El Athletic ha ganado un título 31 años después gracias a sus goles, pero gracias también a la fe profunda de un grupo que defiende un estilo, una norma, un historial. Sí, a mí me gustaría que saliera La Gabarra. Por él, sus compañeros y el Athletic de siempre.