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Más que un cuarto capitán

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El Barça siempre tiene dolor de cabeza; es su sino. Como dicen en Cuba, “cuando no es Juana es la hermana”. Antes del Gamper de anoche, el equipo puso en evidencia la debilidad de su defensa, y eso ya es un crujir de dientes, parecido al que ahora le asoma al Madrid con el asunto de Bale, cuyo rendimiento tiene los altibajos que parecen el infierno maldito. El Barça tiene infiernos así todo el rato; pues no hubo pocos infiernos, que no llegaron luego ni a infiernillos. Ahora el dolor de cabeza es la defensa; pues ya saben qué ha pasado: nada más ponerse de manifiesto esa necesidad de reequilibrar esa línea (en la que faltaba Bravo, por ejemplo), la democracia del vestuario puso en la gloria a Mascherano, que venció nada menos que a Piqué en la lucha por ser cuarto capitán.

Es cierto que tienen que desaparecer tres capitanes, entre ellos Busquets y Messi, para que Mascherano ejerza. No es mucha gloria, pero es la reivindicación de una línea en la que este jefecito ha hecho el prodigio de ser fiable para todos los que tiene alrededor, empezando por el entrenador y terminando por el principio, que naturalmente es Messi. La defensa, pues, ha recibido su merecido. Ahora nos seguiremos quejando de dolor de cabeza, pero el cuarto capitán nos va a quitar algunos.