Ahora viene lo mejor, llega nuestro momento
Crecer. El verbo que mejor define a esta Selección. Ya han pasado 75 días desde que nos juntamos para comenzar nuestra preparación en Madrid. Sí, “días”. Porque los deportistas vivimos por momentos. Llegas al estreno con la ilusión de preparar un Mundial pero con la duda de saber cómo de duros serán los entrenamientos. Y en el primer chapuzón notas un ambiente distinto.
Unos entrenamientos que se alargaban hasta las ocho horas. Rebobinando, ves como cada día ha sido diferente. Aquellos en los que llegabas a casa deseando estirarte después de nadar, levantar pesas o luchar contra un equipo masculino... Los de stage contra Rusia, Italia, Holanda y EE UU. Y, por otro lado, tratas de conservar en tu corazón todas las sonrisas que, pese al cansancio, compartes con tus compañeras.
Y aquí estoy, por fin, en los cuartos de final de otro Mundial. Con muchas ganas de seguir disfrutando de lo que nos gusta hacer: jugar. Y hacerlo creciendo. No somos un equipo conformista. La gran pregunta es si sentimos presión para revalidar el título con el que nos hicimos en Barcelona 2013. Abiertamente digo que sí, pero entendiendo que la presión no tiene por qué ser negativa. Esa presión que existe en la cabeza de cualquier deportista nosotras la transformamos en ambición, en lucha, en sacrificio y en compañerismo.
Somos un rival a batir pero somos conscientes de que nunca llegaremos a colgarnos otro oro si no trabajamos para él. Contamos con la experiencia de jugar finales pero cada minuto de cada partido es diferente. Hemos pasado por mucho para llegar aquí. Ahora viene lo mejor, es nuestro momento. El momento de lanzarse al agua, luchar cada uno de los 32 minutos y crecer jugando para aprender a ser mejores. Solo así es posible llegar a lo más alto. No es Londres, no es Barcelona y tampoco Budapest. Es Kazán: el reto.