Ojalá sean las últimas lágrimas
Iker lloró ayer como un niño. Lo que era cuando con nueve añitos se puso por primera vez la camiseta del Madrid. Esas lágrimas se convirtieron en un río enorme de emociones que llegó al corazón de muchísimos madridistas. Incluso, de algunos que no le tenían gran afecto como portero pero que ayer descubrieron la cara humana y sensible que siempre hay detrás del ídolo. Ver a Iker despedirse solo, sin más testigos que los colegas de profesión periodística, resultó durísimo de asumir en una escenografía impropia del adiós de una leyenda del fútbol. Me pregunto qué debería estar pensando Florentino cuando vio la despedida del portero que tantos títulos le ha dado como presidente, pero al que nunca aprendió a querer.
Si yo fuera presidente del Madrid me gustaría ver a los iconos del club despedirse como Giggs en el Manchester, Gerrard en el Liverpool o Del Piero y Pirlo en la Juve. Tampoco vi que a Puyol le sacase nadie en Barcelona cuánto cobraba de finiquito. Ni olvido cómo se fue Carboni de Mestalla y eso que no era español... Casillas ha seguido la misma ruta que Fernando Redondo, Hierro, Del Bosque, Figo, Raúl y Guti. Esperemos que no se incorpore a ese vagón de los desterrados otro bandera del Madrid como es Sergio Ramos. Yo creo que todo el mundo sabe ya quién es el que va en dirección contraria por la autovía... Y como diría Iker, ¡Hala Madrid!