Iker se merece salir con grandeza y respeto
Hay que quitarse el sombrero con Casillas. Su madurez para asumir lo que desde el club se plantea como una salida cantada demuestra que nadie le ha regalado el currículo de cinco estrellas que posee. Iker no ha hecho ruido, no ha ido rajando en ningún cenáculo y se ha limitado a hacer una aparición pública (con José Ramón de La Morena en El Larguero) para decir que le quedan dos años de contrato y que su sueño sería quedarse en el equipo de su alma: el Madrid... Casillas no es ajeno al deseo del club de fichar a De Gea para forzar su marcha. Él ya vio como salió Raúl hace cinco años, con un adiós frío en el Bernabéu sin luz, público y casi sin taquígrafos. No quiere que a él le pase lo mismo. De su boca sólo saldrá la verdad: si por él fuera se retiraría en el Madrid como hizo Giggs en el Manchester o hará Totti en la Roma. Pero él sabe lo que hay y lo que quiere es que llegado el momento sea el club el que se moje públicamente y le tienda la mano para abrirle la puerta de salida. Eso sí, debe ser una Puerta Grande.
Se trata de reconocerle todo lo que ha hecho en 16 años inolvidables con muchísimas luces y menos sombras. Empieza a ser frustrante e irritante despedir así de mal a los iconos de la casa. Una asignatura en la que Florentino ha venido suspendiendo sistemáticamente. Si finalmente se resuelve la negociación con el United y llega De Gea, el primero que le ayudará y le aplaudirá será Iker. De Gea es todavía suplente de Casillas en la Selección, pero después de la Eurocopa de Francia podría recibir la herencia del mejor portero de la historia. Y ese es Iker Casillas.