Veintidós remates para un solitario gol

España jugó bien, pero chutó mal. Ya le pasaba en la época de oro, tan reciente y añorada, cuando los partidos eran nuestros de cabo a rabo pero los ganábamos, salvo rara excepción, con marcadores cortos. Y pasó otra vez en Borisov. España jugó bien, estupendamente en la primera parte y bien de nuevo al final, tras un feo bache en la segunda. Todo eso sólo se tradujo en un gol, muy cerca del descanso, en espléndida maniobra de Silva (el mejor del partido) aunque favorecida por el único fallo de Gorbunov, el meta bielorruso, que por lo demás hizo un buen partido. Esa falta de mejor remate nos hizo sufrir el final.

Muy buena primera parte, decía. Estupenda. Del equipos ha caído Koke, que no se hacía con los hilos. A Busquets le acompañaron Cazorla y Cesc, que iba y venía, aunque eché en falta que llegara más. Silva, casi siempre por la derecha, estuvo fenomenal. Los demás, todos bien, ante una Bielorrusia cerrada que pegó mucho, con el raro consentimiento del árbitro, que si a las dos primeras patadas que dieron respondió con tarjeta amarilla (y muy pronto) luego levantó la barrera y les dejó libertad. Y pegaron mucho, con intención y puntería. Por momentos fue hasta desagradable.

Tras la buena primera mitad, en la segunda hubo cierto desconcierto que al menos sirvió para ver que Casillas en la Selección es otro. Respondió fenomenal en dos momentos difíciles. Luego, con el cansancio local y los cambios (sobre todo la entrada de Isco) pasó el apuro. Isco lo bordó, España alternó fases de control con contraataques y creó más ocasiones y más claras en esa fase del partido que nunca. Pero para nada. Morata estaba agotado, Gorbunov se creció, a Vitolo le falló la última puntada... Así que el descuento se nos hizo largo. El juego fue bueno y la clasificación se aclara, pero falta gol.