Se lo leí una vez a Menotti: “El problema no es que los presidentes echen a los entrenadores, el problema es que no saben para qué les contratan”. Muy aplicable a Florentino, que va por su décimo entrenador en doce años y que ha tenido de todo o de casi todo. Afables, duros, atacantes, defensivos, educados, groseros (sobre todo uno), canteranos, forasteros... Todo en busca de algo que ni él mismo sabe explicar, porque a estas horas ya lo hubiera explicado. Falto de plan, le ha ido mal. En 12 años, siete títulos de 36. Hablo de los de verdad, Liga, Champions y Copa, no de la quincalla adyacente.

Ahora está Benítez, cuya conferencia de prensa no fue para entusiasmar. Le conozco de tiempo y es un hombre que tiene mucho más de lo que mostró en su presentación. Me dejó la impresión de entrar demasiado sumiso, muy alejado de aquel papel de manager general que desempeñó en el Liverpool, por ejemplo, donde le visité y comprobé que no se movía la hoja de un árbol sin su permiso. Hasta extendió cierto conocimiento del español entre empleados del club, tal fue su fuerza de arrastre. Ahora le veo que viene a conformarse con el sitio que le dejen, que no creo que sea muy amplio.

La idea matriz cuando vino Mourinho era devolver a ese cargo un rango que en el Madrid se había perdido. A fe que se hizo, sólo que se escogió la persona menos adecuada. Le dieron la mano y se cogió el brazo. Ahora la doctrina es otra. Un hombre de la casa, ya que el baloncesto ha ganado con un hombre de la casa. Pero en baloncesto dan altas y bajas los que saben, no Florentino. Los mismos, por cierto, que salvaron a Laso hace un año de la ventolera de turno. En fin, ya veremos qué margen de maniobra le deja Florentino a Benítez, pero aquella frase de Menotti me vuelve una y otra vez a la memoria.