Un torneo histórico amenazado
El Trofeo Bernabéu fue en su inicio lo mismo que pretende ser ahora la Audi Cup: el mejor torneo del verano. No había evento más apropiado para lucir los fichajes propios y para admirar los refuerzos del enemigo. No había mejor oportunidad para visitar el estadio Santiago Bernabéu, al menos para todos aquellos niños que no podíamos acudir al fútbol cada fin de semana. Allí me estrené yo como espectador de Chamartín, en la edición de 1981 y en compañía de mi padre. Nunca lo olvidaré: la explosión de colores bajo la iluminación artificial, el mareante olor a puro y la retirada del Bayern en protesta por el arbitraje de Pes Pérez. Freud podría explicar mi vida a partir de aquella experiencia.
En los últimos tiempos, el Trofeo Bernabéu, en su origen admirado en toda Europa, se ha convertido en un engorro para el Real Madrid, hasta el punto de que el club se saltó la pasada edición después de 35 años consecutivos. Reclamar el regreso del torneo es el único modo de que no caiga en el olvido. Si nos ponemos en la perspectiva de Florentino, tendría poco sentido reivindicar asiduamente la figura del mejor presidente del club y cancelar de tapadillo el trofeo que lleva su nombre. Sería un tanto extraño argumentar falta de fechas y apuntarse cada verano a la Audi Cup.