Hicimos un equipazo más fuerte que el dolor
Cada año, cuando nos llegaban a AS las fotos de la Tough Guy Challenge, me preguntaba qué tipo de chalados se prestaba a hacer esas pruebas: zonas embarradas, alambres de espino, aguas heladas, muros, descargas eléctricas… En estos pensamientos me mantenía cuando Unipublic retomó su condición de organizador “no sólo de ciclismo” y convocó una rueda de prensa para presentar The Mud Day, una prueba de semejantes características, aunque con un matiz importante: el carácter lúdico. Por encima de la competición, está la diversión. De allí salí pensando en quiénes serían esos nuevos chalados que se apuntarían, cuando me topé con varios de ellos: un grupo de compañeros de AS me pidió que les ayudara con las gestiones para participar. Asumí las funciones de mánager y, de paso, me inscribí también por si acaso. Nunca he sido amigo de retos deportivos, ni siquiera había corrido una prueba popular, pero fui sintiendo el cosquilleo de la curiosidad. Me preparé durante un par de semanas, sin muchas esperanzas. Nadie de mi entorno daba un duro por mí. Y yo menos.
Y así empecé el sábado The Mud Day: zancada a zancada, obstáculo a obstáculo, kilómetro a kilómetro. Antes de partir le dije a los colegas: “No creo que dure mucho, no os preocupéis por mí, pero vosotros no os separéis, funcionad como un equipo”. Con mi trotecillo fui avanzando, superando el dolor, incluso recogiendo algún ‘cadáver’. Y de repente vi que ese equipo funcionaba también conmigo dentro. Lo más emotivo fue cruzar la meta los seis juntos. Un equipazo formado por Juanma Bellón, Antonio Villagómez, José Luis Guerrero, Carlos Forjanes, Santi Castañeda y servidor. Atletas, tipos forzudos, titanes… Y grandes compañeros. Horas después me dolía el cuerpo más que en toda mi vida. Pero era muy feliz.