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Scariolo, preso de los jugadores

Scariolo vuelve a ser el seleccionador de baloncesto. Lo era oficiosamente desde hacía algún tiempo, porque no había más candidatos posibles, pero faltaban por cerrar pequeños detalles. Mas tampoco se podía esperar más. En 120 días comienza el Eurobasket, y la concentración, en 83 si se sigue el mismo modelo que hace dos años. El reto es de órdago: ser como poco finalistas para asegurarnos ir a los Juegos, y una vez allí luchar por las medallas. De no alcanzar la final del Eurobasket se complicarían las cosas. A la decepción de no luchar por el oro se uniría la dificultad de tener que jugar el Preolímpico al año siguiente como única y última opción de ir a los Juegos. ¿Con qué jugadores? Esa es otra. Ahí está el quid de la cuestión.

En el último Eurobasket nuestros jugadores eran dos años más jóvenes que ahora, y no lograron entrar en la final. Faltaron unos tales Pau Gasol, Navarro (por lesión), Ibaka y Reyes. Lo que pasará este año no está ni tan siquiera en las manos del seleccionador. Los jugadores quieren ir a los Juegos. Incluso hacer allí la despedida de una generación que nació con el oro del Mundial júnior en 1999 y que, 16 años después, sigue dando guerra. Pero cada vez les cuesta más trabajo. Encima, no se divierten tanto como antes, cuando en la Selección se juntaba un grupo de amigos que hablaban el mismo idioma y se contaban cómo les iban las cosas. Ahora se juntan para trabajar y no es lo mismo. Scariolo no sabe aún ni con quién podrá contar.