Cuando Isco dejó de ser la apuesta
Las casas de apuestas recogen al milímetro la temperatura. Las fuerzas del derbi parecen haberse equiparado de manera peligrosa para el Madrid. Sin Marcelo, Modric, ni Bale y casi seguro sin Benzema, es menos Madrid, pero, aún así, individualmente me sigue pareciendo más que el Atlético. Ahora es cuando hay que ver la fuerza del grupo. Parece como si todas las lesiones se hubiesen alineado para medir la profundidad de banquillo blanco y la cintura de Ancelotti como entrenador. No me extrañaría nada ver a Khedira, del que más se fía, en la sala de máquinas.
Al técnico sólo se le puede echar en cara su mala gestión con Isco. El feo de sentarle en el banquillo, tras perderse el partido frente al Granada por tarjetas, fue gratuito. Le señaló como el jugador prescindible. Podría haber descansado cualquiera de los otros magníficos, incluso a alguno le habría venido bien. El malagueño se lo había ganado como nadie en el campo y se sintió ninguneado. No me cabe duda de que aún, con el orgullo herido, sacará a pasear su indiscutible talento, luchará como el jabato que aprendió a ser, pero ya no se engañará. Si el Madrid quiere dejar mal a las casas de apuestas, Isco es, después de Cristiano y con todo lo bien que lo está haciendo James, su aval más importante.