El injusto linchamiento de Alonso
Con tres españoles en liza en esta carrera, se hace difícil hablar de alguno de ellos. Por resultados no se lo merecen. Por épica tampoco. Sí por ser españoles, como en los grises setenta, ochenta y noventa. Eran otros tiempos, y ahora toca sufrir tras años de bonanza. Roberto Merhi ha llegado a meta. Él sí ha cumplido su objetivo junto al trasnochado Manor Marussia. No es justo para ningún piloto de F-1 conducir un monoplaza tan birrioso. Merhi se merece mucho más, como muchos otros antes. El resultado de Sainz se entiende más. Un error le ha dejado último en la segunda vuelta y, a partir de ahí, nada le ha salido bien. El Toro Rosso tampoco ha estado a la altura (que se lo digan a Verstappen). Estos contratiempos curten más que los puntos.
Lo de Alonso es más difícil de justificar. O lo de McLaren. O lo de Honda. No olvido el accidente de Montmeló, todavía sin aclarar. Tampoco entiendo que Lauda, directivo de Mercedes, se dedique a atizar al asturiano. Ni que Raikkonen solicite, vía comunicación interna con difusión mundial, que quiten “ese McLaren de mi camino”. Este tipo, frío como el hielo de un cubata, está cogiendo maneras de Mourinho y ya no tiene gracia. Todo el universo Alonso está sumido en una gran borrasca. Seguramente ha cometido muchos errores. Su entorno también. Los aduladores tampoco ayudan, pero no es justa esta antología de mamporros. Alonso es un gran piloto, como Hamilton, no un galán. En este 2015, por ahora, merece ser criticado pero no apaleado.