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Siempre estará en mi corazón

Tenía 17 años camino de 18. Mi abono en el primer anfiteatro del fondo norte del Calderón. Hace 40 años disfruté de una noche que se ha grabado para siempre en mi corazón. Junto con la remontada del Celtic, han forjado mi carácter colchonero para toda la vida. El gol de Ayala a falta de cinco minutos que nos daba el título a punto estuvo de costarme un disgusto serio. Lo festejé con tanta alegría que faltó el canto de un duro para darme un trompazo gordo por la escaleras. Cuando Adelardo, nuestro eterno capitán recogía la copa de campeones del mundo comencé a llorar.

Era la justicia de San Isidro que nos había birlado la Copa de Europa de Bruselas ante el Bayern. Era la primera machada de otro mito rojiblanco. Luis Aragonés en el banquillo. Y era un equipo imborrable que practicaba el contraataque como nadie. Creó escuela. Los de Independiente se tuvieron que inclinar. Ni siquiera Bochini pudo demostrar sus virtudes. El Atlético se ha hecho grande gracias a esta gesta. Y es algo que no cambiamos ni por los museos más repletos del mundo. ¡Gracias a este equipo que me hizo saborear el sentimiento colchonero hasta los últimos extremos con este partido histórico en el Calderón!