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No era lo mismo sin Paul George

Reconozcámoslo. No era lo mismo la NBA con Paul George lesionado. Era una tragedia no verle en la cancha, no contemplar su conocimiento del juego, su bello movimiento sobre el parqué y su nivel competitivo. Su vuelta, por lenta y escasa que sea (a Indiana sólo le quedan cinco partido de Liga Regular y la incógnita de los playoffs), es un motivo de regocijo para todos aquellos que sufrimos en el alma la grave lesión que le ha tenido apartado de nosotros durante ocho meses y unos pocos días.

Reconozcámoslo. Los Pacers no eran los mismos con Paul George fuera del equipo. El equipo de Indiana pasó de ser candidato a todo, a la nada más absoluta (al igual que la atención mediática que recibía). Esta temporada, los de Vogel han luchado y peleado por estar entre los ocho primeros, pero faltaba la chispa del alero, su determinación y calidad. Y ahora con su regreso, las opciones de entrar en playoffs se han multiplicado y allí, en las rondas finales, todo puede pasar. Contar con él hace que una primera ronda contra los Atlanta Hawks (o los Cavaliers de LeBron), pase de mero trámite, a partido de alto nivel.

Reconozcámoslo. La Conferencia Este no era la misma con Paul George en las gradas. Sus ansias por convertirse en el número uno, provocaban un terremoto cada vez que se encontraba con cualquiera de los ogros de la Conferencia, especialmente si LeBron era ese ogro. Los dos tuvieron bellos duelos, con PG siempre mal parado en los momentos importantes, por lo que el aroma a venganza, a revancha que comenzaban a tener sus batallas, ya cubría ese espectáculo. Ahora, una nueva oportunidad, una nueva guerra se avecina, con el cielo de la NBA como recompensa.

Reconozcámoslo. La competición no era la misma con Paul George en el dique seco. La Liga estadounidense es la mejor del mundo. No hay discusión. Y lo es porque los mejores están en ella. Los grandes malabaristas, tiradores, defensores, matadores… no se pueden encontrar en otro lado. Sólo la NBA agrupa unos vatios de calidad tan mayúsculos que es imposible no disfrutar cada noche con ella. Por eso, la baja de PG destrozaba ese escenario idílico que era la competición. Un héroe caído significaba menos atención a la tierra de Indiana y, como consecuencia, a la Conferencia y a la NBA. Pocos eran los valientes que se quedaban una madrugada para contemplar a los Pacers. Ahora eso ha cambiado.

Por todo eso y mucho más, reconozcámoslo: ¡Te echábamos de menos, Paul George!