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El problema no es la bomba, el problema es la educación

Un bobo imputado. La Unidad de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional informó ayer que en colaboración con la Policía Judicial de Molina de Segura, Murcia, se tomó declaración e imputó a un bobo. Un tuitero de 17 años cuyo nombre obviaremos por respeto a su familia que un día después del accidente aéreo que costó la vida a 150 personas y con la sensibilidad social a flor de piel escribió en su cuenta: “Preparando la bomba para soltarla en el Camp Nou el día de la final de la Copa del Rey”.

A cara descubierta. Esta vez no se puede acusar al implicado de escudarse en el anonimato. Puso su nombre bien clarito y la Policía lo ha detenido después de que el Señor Twitter le suspendiera la cuenta desde la cual respondía insultando a los que le recriminaban sus palabras. El faltón respondía a los que perdían el tiempo hablando con él con frases del estilo “te fusilaremos como al maricón de Lorca”, “tú calla que te fusilarán como a tu abuelo” y comentarios machistas y xenóbofos. Una perla, el muchacho. Por respeto, también obviaremos a qué equipo avergonzaba con su militancia activa.


¿Delincuente? Se le atribuye a este quinqui del teclado un delito de amenazas graves contra colectivos, pero todos sabemos que el insensato ya debe tener bastantes problemas para cortarse las uñas, como para imaginárselo poniendo una bomba. El verdadero peligro de este personaje y de todos los que hacen como él en las Redes es su falta de educación, su grosería y su escasez de valores, que tiene en las Redes Sociales un campo abonado para solazarse. En parte, amparados por el anonimato (no es el caso de nuestro Napoleón 2.0) y en parte ayudados por la fuerza de la masa.

Síntoma. El escenario deportivo (especialmente la prensa) se está convirtiendo en el escaparate preferido de una serie de orates que vomitan sus frustraciones en la Redes Sociales. No parecen delincuentes. Son simples que cada vez tienen más altavoces para hacerse ver en los temas más populares. El deporte, lamentablemente, está entre ellos. Que no parezcan delincuentes no quiere decir que no sean peligrosos y constatan, por otro lado, un rotundo fracaso como sociedad que nos corresponde a todos. Hoy, los titulares se fijan en la bomba, pero el problema es la educación.