Pepe es el corazón del vestuario

Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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En 2007 aterrizó entre dudas por su presunto elevado coste (30 millones de euros). Pero ocho años después, Pepe es uno de los ídolos incuestionables de la afición y uno de los líderes del vestuario. Un chaval que irradia madridismo y sentimiento por sus cuatro costados. Pepe es de los que llora en la derrota y se emociona como un niño en la victoria. Se ha enamorado de esta camiseta y de ese escudo que besó en el Camp Nou como respuesta a una grada que lo insultaba despiadadamente e intentaba amedrentarle. Pepe ya hace mucho tiempo que forma parte de la familia madridista. No concebimos el futuro sin él. Desde que tuvo a su segunda niña (Emily), ha asentado su cabeza y ha sabido relativizar sus reacciones. Es otro Pepe.

Asus 32 años es mejor defensa que antes. Su capacidad de anticipación es bestial (por eso es de los zagueros que menos faltas hace y de los que menos tarjetas recibe). Sus dos meses de ausencia, a los que se añadió otro mes sin su alma gemela (Sergio Ramos), dejaron al equipo desnudo por detrás. En el Calderón (terrible aquel 4-0) eché mucho de menos al portugués. Con Pepe no se hubieran atrevido. Él intimida a los rivales con su calidad. Su agresividad negativa pasó a mejor vida. Pepe debe retirarse aquí...

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