Messi 'distefaneó' en el Etihad

'Distefanear': jugar por todo el campo sin por ello renunciar a frecuentes apariciones en el área rival. El palabro no existe, pero vale para definir lo que hizo ayer Messi en Etihad. Se echó atrás, hasta el campo propio, para cortar o recibir y luego arrancar la jugada, a 60 ó 70 metros del marco rival, pero acompañando la jugada hasta el último tramo, hasta el pase desequilibrante en la frontal del área, o hasta el remate, si se daba el caso. Un Messi nuevo, más completo, con una influencia permanente en el juego. Colgado de él, el Barça arrasó al City en la primera parte, que acabó cero-dos y pudieron ser más.

Fue una primera parte gloriosa del Barça, que merecerá la pena recordar, con el premio de los dos goles de Luis Suárez. Pero hay que apresurase a añadir que la oposición del City fue nula. No es equipo concebido para quitar el balón, desde luego, sino para jugar. Pero eso no explica la asombrosa pasividad con que se desenvolvió en la primera parte, en la que miró cómo el Barça movía el balón (hubo alguna posesión de casi tres minutos) sin aparente preocupación. Dos faltas hizo en toda la primera parte. Jugó con un aire de pereza y despreocupación imposibles de ver en un partido de este rango.

La segunda mitad fue otra cosa. Reflexión en el vestuario, sin duda. Salió con ambición para quitar y atacar, descolocó varias veces en el arranque a la defensa del Barça hasta que, tras dos cabezazos inofensivos, marcó el Kun. Eso despertó al Barça, que quizá pensó que había dado por terminado el partido y hasta la eliminatoria demasiado pronto, y volvió a la faena. La expulsión de Clichy hizo el resto. El City salvó algo de su dignidad, pero no el partido. Y menos la eliminatoria. En el Camp Nou estará Yayá Touré, que sin duda se notó ayer, pero la ventaja del Barça parece decisiva. Y eso que Messi falló el penalti final.