Mandzukic, un ariete en sociedad
El tronco ya no lo parece. O no ejerce como tal. Acostumbrado el Atlético al virtuosismo, la potencia, la voracidad o el vértigo de delanteros de la dimensión del Kun, Forlán, Falcao o Diego Costa (o El Niño, cuando literalmente lo era), la llegada de Mandzukic fue una invitación a la desconfianza o la desilusión . Más por características que por nombre, por contradicción entre su perfil de juego y ese estilo del Atlético tan a toda pastilla y poco dado a la iniciativa. Una rebaja, en suma.
Pero qué va. Ya sea por la pericia táctica del Cholo, permeable a las virtudes de cada cuál, o por esfuerzo propio, Mandzukic está resultando un nueve poderoso y que rinde. Y sobre todo que se entiende. Lejos de ser un ariete que obliga a su equipo a jugar para él, el croata se adapta a jugar para los demás. La pareja perfecta de todos y cada uno de los que le rodean. Su sociedad con Griezmann (futbolista, éste sí sideral, del que dudó más de saque el técnico que la grada), por ejemplo, es tan deliciosa como letal. Así que Mandzukic no es el Kun, pero sí que vale.