El abrazo del Rey Felipe y Felipe Reyes
El Rey Felipe y Felipe Reyes. Un abrazo en la pista, rompiendo el protocolo. El Madrid se llevaba la Copa de baloncesto, la que hace número veinticinco en su palmarés (el Barça lleva 23, hubiera empatado caso de ganar), después de un partido más apasionante que bien jugado. El Barça nota los años de Navarro, que queda para ratos escogidos, el Madrid goza el empuje de sus cuatro españoles, más Nocioni y Ayón, estupendos. Las derrotas de estos meses pierden importancia. Su solvencia en esta Copa permite soñar con cualquier cosa. Y este año, la fase final de la Euroliga se celebrará en Madrid...
La felicidad del madridismo se coronó en Elche, con una victoria trabajada que coloca al Madrid de nuevo a la cómoda distancia de cuatro puntos del Barça. Pero, más que eso, lo que importó fue la sensación de que el equipo ha perdido ese aire de enfermo convaleciente que arrastraba. Recuperó el vigor (su arranque del partido fue espectacular), jugó más junto que otras veces, ha reencontrado la seguridad defensiva con Pepe... Tiene otra vez el aire de un líder poderoso, al que el gol se le puede retrasar (fue raro que no resolviera el partido en el arranque), pero deja de nuevo sensación de firmeza.
Con Cristiano por delante, claro. Cristiano también se ha sacudido la melancolía y volvió a ser el de siempre, el jugador de cinco acciones de gol por cada tiempo. Dio un gol, marcó otro en cabezazo de titán, estrelló un tiro al palo y provocó la mejor parada de Tyton. Con Cristiano así, el Madrid puede esperar victorias en días malos, regulares y buenos. Sólo que ahora se le pueden augurar días buenos. El bache queda atrás, volverán pronto los lesionados (Sergio Ramos, Modric y James no son cualquier cosa) y hay un jugador más, Lucas Silva, que juega a no equivocarse, lo que de momento le vale.