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Laso ganó el pulso con Pascual

OTRA PARA LASO

El Real Madrid volvió a conquistar otro título en la era Laso. En la cuarta temporada en el equipo el entrenador vitoriano ha logrado su tercera Copa del Rey, las tres logradas en final contra el Barcelona. En la temporada del limitador de velocidad, después de las supuestas multas por exceso de la temporada pasada, el Madrid ha esprintado en la importante meta volante de febrero. En este caso el grado de intervención, el pulso con su colega Xavi Pascual, fue determinante. Laso trazó los emparejamientos del perímetro a conveniencia, a beneficio, al portador dentro de un partido que se iba a decidir en los segundos finales. Mantuvo a Llull en pista bajo la sombra de su horrible partido pensando en los equilibrios, en Benavente y en los intereses creados. Rudy Fernández había sido el tráiler, el transportista durante un escarpado partido. Y Sergio Rodríguez se mostró una vez más dueño de otra de sus revoluciones tan poco industriales, tan de claveles, como demostró al final del tercer cuarto. La canasta del partido llegó de manos del base canario, en un duelo coyuntural perfectamente resuelto contra Abrines.

 UNA DECISIÓN SIN BASE

Del otro lado Xavi Pascual quiso dejarse notar, sorprender, dar un latigazo en la jaula del león. Sacó al rey del ajedrez al centro del tablero. Dejó al equipo sin bases y le dio la llave de la sala de máquinas a Navarro, asociado en el perímetro con Oleson y Abrines. Pascual violó los procedimientos y se encomendó a la estampita del patrón de toda la vida a falta de casi seis minutos. Recordar es volver a vivir y Pascual quiso vivir, revivir, resucitar o perecer con Navarro. Pero el trapecista de siempre, el del clásico y exitoso número final, no ha vivido estos últimos meses como para ese salto sin red, pese a ese triplazo-bomba subtitulado desde el extrarradio. Al censo cuantitativo de Xavi Pascual no le salió la cuenta con el actual exceso de circulante y la decisión se vistió de imprudente, se dio al perduche. La afición blaugrana le pintará un punto rojo, un aviso a la inmunidad diplomática de Navarro y de Pascual. Es lo que tiene la apuesta perdida cuando la inversión, el stake, es así de fuerte, de sonado.

 CONCLUSIONES

La final de la Copa deja un grado creciente de respeto y consideración, al menos un comodín de confianza hacia la trayectoria de Ayón y Nocioni en el Real Madrid. Un vestigio de sabor a poco con la participación de Hezonja, que no empezó bien el partido y solo jugó once minutos. La peligrosa degradación (descenso de grado) de Marcelinho Huertas y el reforzamiento de Laso en el siempre radioactivo púlpito del técnico blanco de turno. Un título contra el eterno rival es una prórroga de asueto, un chute de zinc y echinácea para poner las defensas por las nubes contra los próximos catarros.