Aquellos ultras de la placa a Mourinho...

Uno de los ultrasur detenidos en la ‘Operación Ariete’ fue portada de este periódico. Fue uno de los tres que el día de la despedida de Mourinho salieron al césped, escoltados por gente del club, para hacerle a Mourinho entrega de una placa de plata que el entrenador recibió en la bocana de vestuarios. Durante el partido, los ultras habían estado cantando, como en días precedentes, “¡Marca y AS, cámara de gas!” y “¡Manolo Lama, hijo de puta!” No hubo el menor reproche ni petición de excusas por parte del club. Ni se movieron los panolis de antiviolencia. Hace sólo año y medio de aquello.

Por suerte para todos, los ultras más ultras, que a fuer de gamberros eran mourinhistas, se volvieron contra Florentino cuando éste echó a Mourinho. Eso dio paso a un periodo convulso, con sustitución de interlocutores con el club, peleas en el bar que frecuentan, cierre de una grada por la UEFA tras el Madrid-Bayern y finalmente traslado del foco de animación del fondo bajo al fondo alto, con creación (o intento) de una clac pacífica y controlada. Que aplaude cuando pitan a Bale y no tanto cuando los pitados son Ancelotti o Casillas, lo que no deja de crear sospechas sobre por dónde sopla el aire.

Traigo esto aquí no sólo para señalar lo complaciente que era Florentino con los ultras hasta hace poco (y el miserable silencio de las instituciones) sino para demostrar que, si se quiere, se puede solucionar el asunto. Aunque el móvil del Madrid para barrer a esa gente no haya sido edificante, lo cierto es que ha roto con una larga convivencia que nació ya con la llegada de Florentino, cuando les bajó de una grada alta a la baja, camino inverso al de ahora. Pero el caso es que puede hacerse. Pronto, como lo hizo Laporta, o tarde, como lo hizo Florentino. Pero puede hacerse. Lo digo por el Sevilla y algunos más.