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Campos, una vida de pasión

Aquel Minardi con la silueta del toro de Lois en su carrocería. Adrián Campos al volante, dejemos al lado cualquier otra consideración porque el mero hecho de estar ahí subido ya tenía un valor inconmensurable en una época en la que a los españoles ni si les valoraba en la Fórmula 1. Han pasado más de 25 años desde aquello y el Alzira sigue en la brecha, apostando por un deporte cuando en realidad no tendría necesidad de hacerlo. Su vida bien podría haber tomado otros derroteros, pero no, Adrián continúa disfrutando de una pasión que en su día le sirvió para llevar a los grandes premios al mismísimo Fernando Alonso.

Por eso, la opinión de Campos es tan valiosa, tan fundamentada. Me encanta leerle recordar algo esencial como la reputación de Fernando, que algunos olvidan o no saben valorar en este país. Y mirando al futuro, la ilusión que demuestra por el joven Álex Palou es contagiosa. No creo que Adrián se equivoque en su apreciación y me invita a ser optimista con este chaval. Pero sobre todo, me resulta ejemplar esa pasión por el automovilismo, extraordinaria en estos tiempos difíciles para un deporte en el que el dinero parece contar más que las emociones.