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El amargo cumple de Cris

Yo no quiero ese cumpleaños. Con todos los palos que le han caído al portugués por la celebración, que si el orgullo, que si el respeto, que si el escudo, que si la discreción… ¡Pero si debió ser un muermo de fiesta! Primero, faltó gente: ¿Habrían ido Casillas, Ramos o Ancelotti de haber ganado al Atlético? Cualquiera sabe. Sea como fuere, dejaron tirado al anfitrión y eso sienta muy mal. Segundo, algunos invitados estaban impedidos: James, Modric, Pepe y Khedira no podrían bailar por sus lesiones, serían los típicos invitados aburridos que no se levantan de la silla y matan la fiesta. Tercero, la música era un rollo: el reguetón cansino de Kevin Roldán sonando una y otra vez termina amuermando a cualquiera. Sólo había que ver a CR7 cuando subió al escenario con el tal Kevin a bailar (o lo que fuera eso) con ese aire lánguido… ¡Por favor! ¡Qué rollazo! Me imagino un fiestón cantando todos el I Will Survive de Gloria Gaynor con Irina Shayk saltando desbocada en el centro de la pista… y pienso: pobre Cristiano, ha ido a peor.

La tarima la rompió el Atlético. Y no solo con el 4-0, sino con la racha de seis partidos en los que el Madrid no ha sido capaz de meterle mano a los de Simeone. La falta de variables tácticas de Carletto, que ya advertíamos antes del partido en esta columna, llevó al equipo a salir rendido al Calderón. Entraron al campo como al dentista, esperando la anestesia y la extracción. Pocas veces se ha visto un Madrid tan desbravado. En el club, sin descartar alguna carencia del entrenador, acusan sobre todo al vestuario de falta de actitud y de haberse vuelto a acomodar tras el éxito de la Décima. Carletto habló tras el partido de problemas de “actitud y falta de ganas de los jugadores”. Si eso lo dice Mourinho, con su látigo, se monta la marimorena como tras aquel 2-1 en Getafe. Florentino fue esta vez al vestuario a conciliar y pedir unidad para evitar cualquier atisbo de dispersión. Pero hay que recordar que, más allá de la actitud y el coraje que se le presupone a un futbolista de este nivel, está el fútbol. Y ahí tiene que mejorar el pacificador.

Un Barça sin inventos. Por mucho que Luis Enrique diga que lo del vuelco en sus planes es un invento de los periodistas es evidente que ahora el Barça tiene un esqueleto que antes no tenía. Hay una columna vertebral de diez titulares en la que van entrando de vez en cuando Mathieu, Rafinha y Xavi. Con estos pocos cambios el equipo no pierde su idea ni sus automatismos ni sus rutinas y ya casi nunca aparecen Bartra, Montoya, Adriano, Douglas, Sandro, Sergi Roberto, Munir y hasta Pedro. Se acabaron locuras como poner a Busquets de interior derecha. A Luis Enrique le costó cuatro meses darse cuenta, pero la gastroenteritis de Messi le aclaró los planes. Lo habría sabido antes si hubiera escuchado en Carrusel a Luis Suárez, el balón de oro español, que se lo lleva pidiendo desde septiembre.