Arda Turan, los árbitros y el Atlético
Me encuentro mucha gente extrañada con que la acción de Arda Turan haya quedado sin castigo. Bueno, pues es normal. Competición rara vez revisa una jugada, sólo se hace a demanda de parte. Y en este caso, ni hubiera podido ser así. La jugada la vio el árbitro, Gil Manzano, y la despachó con tarjeta amarilla. ‘Cosa juzgada’, por tanto. Hace tiempo que en ningún caso se interviene en circunstancias así. Para el árbitro, Arda Turan, obviamente, no arroja la bota al linier, sino que la aleja bruscamente de sí, como en un gesto de irritación o protesta. Un error más de Gil Manzano en una mala noche.
Pero si Arda se va a quedar sin sanción, la jugada va a aumentar un resquemor en la clase arbitral que ya se venía incubando. Hablando con unos y con otros, se nota por un lado una decepción con Gil Manzano, por minimizar el accidente, y por otro lado cierta irritación para con el Atlético, que habría ‘descentrado’ a Gil Manzano. A este se le venía mirando como una gran promesa del arbitraje. Ahora lleva una muy mala nota, no sólo por el fallo en los dos penaltis, sino por haber minimizado el incidente, el botazo dirigido hacia Ángel Nevado. La acción provocó ofensa en todo el cuerpo arbitral.
Más allá de la forma de jugar del Atlético, cerca del límite del Reglamento pero contra la que no hay nada, desagrada la presión sobre el árbitro. Una actitud con origen en Simeone y que se prolonga en muchos jugadores. “Nunca antes vi a Torres protestar”, me decía un ex árbitro, “y ahora protesta”. El barullo tan frecuente de cuatro o cinco en torno al árbitro lo consideran como algo maquinado, no reacciones espontáneas del tipo que siempre se dieron, que son más espaciadas. Me temo mucho que el Atlético va a ser mirado con más severidad. Le convendría cambiar esa actitud.