En el minuto 7 tiene que llegar el 1-0
Juan nunca se fue. Imagino que habrá gente que pensará que esto de invocar el ‘Espíritu de Juanito’ es una osadía. Pero les aseguro que la leyenda madridista estará ahora aplaudiendo por habernos acordado de él. Siempre lo hacemos en momentos donde la épica, el corazón y la testiculina deben suplir la capacidad de raciocinio. Juanito lo entendía como nadie. Desde el 2-0 de la ida (como en Milán con el Inter) o el 5-1 en Mönchengladbach (con el Borussia) ya estaba gritando a los compañeros camino del aeropuerto: “Vamos, que esto está hecho. ¡En el Bernabéu nos los vamos a comer!”.
Era un canibalismo emocional que llevaba en volandas al equipo y a la afición, que creía ciegamente en lo imposible. Ya saben la fórmula. Una falta en la primera jugada (“intensidad” le llaman ahora), recogepelotas en ebullición para que no se pierda un solo segundo y nada de arrugarse ante el enemigo, por mucho que Simeone tenga adiestrados a los suyos “sin temor a la muerte” (magnífico el diálogo con Maldini y Gustavo López en Buenos Aires). Juanito estará hoy en la grada con su número 7 a la espalda animando a su Madrid. En el campo, ese dorsal mítico lo defenderá el justísimo ganador de tres Balones de Oro. El mismo 7 que en su día lucieron Raúl (¡eterno capitán!), Butragueño (un genio anda suelto) y Amancio (El Brujo que hizo a mi padre adicto al fútbol). Juanito, esta remontada va en tu honor. Sin ti sería imposible. Siempre fieles.