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Messi, Zubizarreta y Luis Enrique

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Messi alargó sus vacaciones, como suele, y su rueda la siguieron Neymar y Alves. Un pequeño escándalo que empequeñeció gravemente a un entrenador ya de por sí menor, Luis Enrique. Peor no lo pudo hacer: llevó a los tres a Anoeta, no puso a ninguno de ellos de salida, los sacó a los tres a la desesperada, perdió el partido a pesar de ello. Perdió el partido y perdió la vergüenza torera. Desde ahora le va a costar que la plantilla vuelva a tomarle en serio. No está haciendo nada que le haga ganar el respeto de los suyos.

El mismo día, Zubizarreta, el malbaratador de la herencia guardiolista, señaló a Bartomeu como culpable en herencia de los hechos que han dado lugar a la sanción de la FIFA. Salida oportunista. Así le echan ‘por cantar las verdades’, no por Ter Stegen, Douglas, Vermaelen o el nunca bien ponderado Luis Enrique. Personalmente, me parece una fea deserción por una gatera oportunista, que Bartomeu es tan torpe como para facilitarle. Pero la obra de Zubizarreta ahí queda. Lo que heredó y lo que deja.

También se va Puyol. Es la única buena noticia, porque su alto rango como símbolo culé no merece la degradación de seguir ahí, en medio de esa implosión. Por lo demás, esto lo que pide son unas elecciones. Bartomeu es un tipo bienintencionado (o así lo veo yo) que no puede manejar la loca herencia que le dejó Rosell, cuyo único empeño fue hacer lo contrario de Laporta. Entre un ventajista, Zubizarreta, un terco sin fondo, Luis Enrique, y un caprichoso, Messi, han llevado al Barça al colapso.