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El destino ha sido cruel con Nani Roma

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El argumento se repite con insistencia y suena a recurso fácil. Pero no lo es. El Dakar es una carrera incierta, imprevisible, dura y cambiante, capaz de echar por tierra cualquier pronóstico con la facilidad que la arena de una duna se mueve con el viento. Y en ocasiones, también se revela especialmente cruel, como ahora con Nani Roma. El campeón vigente en coches, el más consistente con la mecánica más fiable, el favorito indiscutible… y su Mini se para casi antes de empezar a competir y hace que sus opciones de retener el título se esfumen de un plumazo. El peor de los escenarios para un ganador como el catalán y que llegaba a esta edición 2015 pletórico de moral y en un excelente momento de forma.

Roma no se merecía esto. Es la conclusión más irrefutable de lo ocurrido. Desde luego que podía perder, tampoco es que tuviera asegurado un nuevo triunfo y menos en una competición como la que nos ocupa. Pero lo que le ha sucedido es demasiado injusto y terrible, ni siquiera ha tenido la oportunidad de intentarlo, de demostrarse a sí mismo que el esfuerzo de los últimos meses había servido para algo, que el trabajo estaba bien hecho. Verse fuera de la pelea en la primera jornada es algo impensable para un piloto profesional que vive doce meses por y para la siguiente edición del Dakar, esperando su gran momento. El de Mini no ha perdido de un plumazo un gran premio, ha perdido todo un Mundial. Y sin tener responsabilidad alguna en el desastre, otro duro golpe para su moral. Lo dicho, el destino ha sido demasiado despiadado con el bueno de Nani. Ánimo campeón…