Sólo nos falta el entusiasmo de Villar
Empieza 2015, el que esperamos todos que sea el primer año sin ultras. El tremendo suceso del Manzanares tuvo al menos la virtud de marcar un punto de retorno. En todo el fútbol español se ha despertado una especie de ‘Espíritu de Ermua’, algo así como un sentir colectivo de que esto no puede ocurrir más. Sin entrar en mayores precisiones, creo que cada cual sabe (sabemos) qué se ha hecho mal, qué no se puede seguir haciendo. Cerramos el año con la vergüenza de un muerto en la conciencia de todos y con tres presuntos culpables encerrados, afrontando un futuro miserable por tanta locura.
Esto ha pasado por desidia colectiva. Hemos hecho durante años un experimento antropológico aberrante, consistente en reunir detrás de una portería a los peores elementos de cada ciudad. De eso no podía salir nada bueno y hubo voces que lo advirtieron y no se les hizo ningún caso. Bueno, pues ya ha llegado la hora. Celebremos en ese sentido que el Secretario de Estado de Seguridad haya incluido a los ultras en su Plan de Actuación contra Grupos Violentos. Junto a los neonazis, las bandas de extrema izquierda, las bandas latinas. Eso ayudará al fútbol a quitárselos de encima.
Porque el fútbol ha sido a medias causa y a medias víctima de esto. Causa porque les ha ayudado a reunirse y les ha dado facilidades excesivas. Víctima porque los sufre, y sacudírselos no es tan fácil. Se puede hacer con voluntad, con normativa (la que había y la que habrá), y con paciencia. Eso sí, todos a una. Me choca y me duele por eso que por cabezonería o dejadez de Villar se estén retrasando las modificaciones precisas en el Reglamento General y en el Código Disciplinario de la Federación. Villar vive un enfurruñamiento con Cardenal y Tebas que le está llevando a dar seriamente el cante.