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Cantadas en la San Silvestre

La San Silvestre es una carrera que ha enganchado en Madrid. Son 40.000 personas corriendo en un entorno festivo. Ese es precisamente su éxito. Correr es lo de menos; lo que importa es participar. Son diez kilómetros, en los que se puede tardar hasta más de hora y media. El caso es llegar. Hay tiempo para hacerlo corriendo un ratito, trotando a veces e incluso andando más de la mitad del recorrido. La gente disfruta, correr por las calles de Madrid es un placer, y como todos llegan dándose ánimos y parabienes, el ambiente es magnífico. Pero este año ha habido lío. Se descalificó a los tres primeros de la carrera popular. Conviene aclarar que son dos carreras. La primera, multitudinaria y festiva, la corre quien le da la gana. Hasta Marta Domínguez.

En esa carrera es donde está el negocio. Calculen: 40.000 inscritos a 20 euros cada uno = 800.000 euros. Los primeros fueron descalificados por no llevar la camiseta que dan con la inscripción. Tardaron poco más de media hora. Esto quiere decir que corrieron a tres minutos el kilómetro; para eso ya hay que correr. Es decir, que eran atletas. Su sitio estaba en la segunda carrera, donde salen los buenos, no en la popular. Esta tiene que quedar para los populares de verdad, y para ellos no debe de haber premios ni restricciones, pues el ambiente festivo invita precisamente a correr incluso disfrazados. Pues dos han sido las cosas mal hechas: los atletas que se cuelan y la obligatoriedad de hacer publicidad con la camiseta. A ver si la fiesta se nos va a estropear.