¡Mundialito a la vista!
Rumbo a la cumbre. Nueva goleada camino de la gloria. Ya van 21 triunfos consecutivos. Casi 80 goles (79) a favor y sólo 10 en contra. Casillas paró otro penalti, Ramos firmó un nuevo gol de raza, Benzema confirmó su mutación en Tigre de Bengala y puso el 2-0 irrumpiendo en la pradera como una fiera, Bale cumplió con su cita ante las redes enemigas en los días grandes, Isco sacó a pasear su chistera y Cristiano ratificó su condición solidaria con dos asistencias magníficas. Un Madrid inmaculado, que continúa en permanente estado de felicidad. Da igual que no marque el crack portugués. Este equipo tiene tantos registros y maneja tantos recursos que no necesita imperiosamente los goles del futuro Balón de Oro para adueñarse de la escena. Ancelotti sigue sereno al frente de este navío imperial que ha puesto rumbo hacia la cumbre del Mundo. El sábado, presumiblemente ante el San Lorenzo de Almagro, ni el influjo del Papa Francisco ni nada podrá impedir que impere el peso de la lógica: el Madrid es el mejor. Y punto.
Marruecos es vikingo. Les dije el viernes que aluciné con el madridismo sincero, pasional y vibrante que palpé en Casablanca. Ayer fue en Marrakech, con un estadio lleno de camisetas blancas. La Peña Casa Madridista comandó el fervor hacia los blancos con su tifo y cánticos permanentes. Los olés, como si estuviéramos en Sevilla, la ola y los gritos individualizados a Sergio, Iker, Isco y Cristiano hacían creer que estábamos en el Bernabéu en una noche de Champions. Los marroquíes se están ganando el corazón del madridismo con su apoyo incondicional y su aliento sincero. Lo que se viva en Marrakech el sábado puede ser una locura. El sentimiento merengue de este país viene desde los años 60 cuando aquí conquistamos el Trofeo Mohamed V. Nos quieren.
SR51. El Tarzán de Camas ya suma 51 goles oficiales de blanco. Los mismos que lleva Iniesta con el Barça (¡pero el manchego con 97 partidos más!). Ramos es el gran líder de este vestuario que desborda felicidad desde los fisios hasta Carletto. Sergio es la positividad, la energía mental y física, la brújula que siempre guía hacia la victoria. Él abrió la lata (“el gol más importante”, como decía Di Stéfano) y confirmó que el Madrid va muy en serio a por este título que le falta.
¡Iker, Iker, Iker! No lo canto yo. Lo cantaron los miles de marroquíes que vibraron con el segundo penalti detenido por Casillas en los últimos cinco días. Iker no ha vuelto. Nunca se fue. Tuvo altibajos, como todos ustedes. Como yo. Es la condición humana. Pero el talento nunca se jubila. El fútbol es un estado de ánimo, como la vida. Y Ancelotti ha rescatado la sonrisa extraviada de Iker. Sus guantes vuelven a estar en ‘on’ y ya empieza a ser rutinario, como en los viejos tiempos, verle hacer prodigios bajo los palos. Hace dos años sufrió un máximo castigo. Ahora, los para.
La rabona. Todo el Stade de Marrakech cantó a pulmón aquello de “Balón de Oro, Cristiano Balón de Oro...”. No marcó, pero se emocionaron con sus dos asistencias a Bale y a Isco. Y con su chilena, que no fue más certera por poco. Y, sobre todo, por esa volea de rabona que en caso de entrar se habría convertido en el gol del año. El portugués hace disfrutar a su creciente audiencia sin necesidad de pensar en primera persona. Y como dice el maestro Ancelotti “seguro que se ha guardado un gol para la final”.
La final del sábado. Mientras que otros jugaban ante el Huesca en un estadio casi vacío, Marrakech se tiñe de blanco y ya prepara un hueco en su historia para el equipo de su corazón: el Real Madrid.