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Sobre los ultracafres y la Policía

Tras el Barça-PSG, hubo ataques con arma blanca a varios aficionados franceses. Algún caso pudo tener relación con puro intento de atraco, algún otro, o más de alguno, fue pura barbarie. Son Boixos reconstituidos, por frivolidad o dejadez de Rosell, no corregida por su sucesor, Bartomeu. Anoche no había ninguna detención. El Barça, el fútbol español en general, se ensombreció con este nuevo acto de barbarie, que la Policía deberá resolver cuanto antes. A la Policía no se le puede culpar, claro, pero sí se le debe exigir.

Lo digo porque anoche tampoco habían aparecido aún los tres ultras del Atleti, retratadísimos en toda la prensa nacional, que se distinguieron, de puro gambas, en el campo de la Juventus. A lo que se ve, no se les puede identificar aún. Tan despistada estaba la Policía respecto a estos colectivos y sucesos. Eso contrasta inevitablemente con la actitud del Madrid, que el otro día echó ‘manu militari’ a diecisiete ultras desde la convicción de que estaban en el meollo de los gritos indeseables que se oyeron.

Bien, lo que sabe el Madrid de los suyos lo debe saber la Policía de todos, o debería saberlo. Y si no, es que ha hecho mal su trabajo. Llevamos con esto mucho tiempo. Claro que siempre es más fácil disolver manifestaciones a base de pelotas de goma que discriminar en casos concretos, pero ahora nos encontramos con ese déficit. Menos ceño en las y los ‘cifuentes’ de cada sitio y más celo. O sea, más trabajo fino, no digo que con lupa, pero sí con ojo atento. Así, de uno en uno, de tres en tres o de diecisiete en diecisiete, acabaremos con todo esto.