Zarzuela no miró las fechas de Mireia
Se supone que la seriedad debe ir de arriba hacia abajo. Pensaba yo eso ayer, cuando se entregaron los Premios Nacionales del Deporte en el palacio de El Pardo. Todos merecidos y no seré yo quien diga lo contrario, pues me correspondió el honor de ser jurado. Pero he aquí que, estando en diciembre de 2014, lo que se entregaba eran los premios correspondientes a 2013, algo que no deja de ser equívoco. Y lo confesaré con algún bochorno: los votamos hace muy pocas semanas, esmerándonos en distinguir los méritos entre este año que está terminando ahora y el anterior, que era el que se calibraba.
El día que fui convocado a la votación supe que el retraso en estos premios se viene arrastrando desde la malaventura de Don Juan Carlos en aquella expedición cinegética que le dejó malparado, y no solo en lo que se pueda referir a su cadera. Desde entonces se arrastra eso de que a los mejores deportistas del año ‘X’ se les premie ‘nacionalmente’ el año ‘X+1’. Es un asunto que tiene una importancia relativa en según qué aspectos de la pedrea de premios que en esta elección se otorgan. Y gracias a la extensión en la excelencia de algunos deportistas, hasta cabría disimular el retraso. Una suerte.
Caso, por ejemplo, de Mireia Belmonte, premio principal de 2013, que ayer hubiera podido recogerlo en El Pardo. Pero he aquí que la falta de sensibilidad de La Casa Real ha llegado al grado de que se convocó la entrega para un día en el que a ella le era imposible acudir, porque estaba compitiendo en Doha. Según se daban las copas (la suya la recogió su padre) ella estaba ganando su tercer oro en los Mundiales de piscina corta. Le premiaban por el 2013, estamos en diciembre de 2014. Se despreció su agenda. Pena. Su ausencia deslució el acto. A ver si el año que viene lo hacemos mejor.