Bale o el deseo de un país...
Escuchaba a Gareth Bale en la previa del partido de su selección ante Bélgica el canto a la ilusión por hacer historia con su país, clasificar por vez primera a Gales para la Eurocopa, asumir el peso de esa responsabilidad, como un logro similar a la conquista de la Champions. El empate sin goles ante Bélgica se puede leer en clave de éxito. Gales no es el Madrid, claro está, pero Bale hizo lucirse a Courtois y, aún con cuentagotas, marca diferencias. A estas alturas es incuestionable catalogar al galés como un fuera de serie, que lo es, pero demasiadas veces perdemos el foco del fútbol como deporte de equipo.
El peso del colectivo siempre será determinante para los brillos individuales. Es como darle más peso al Argentina-Portugal de Manchester, por mucho que se vuelvan a ver Messi y Cristiano, que al España-Alemania de Vigo, donde se enfrentan las dos mejores selecciones de los últimos Mundiales y, sin duda, los dos equipos que más han contribuido a elevar el fútbol de selecciones en el presente siglo. A veces, la cultura de clubes de España nos hace perder el foco de lo que supone representar a tu país. Bale, futbolísticamente hablando, es la bandera de Gales y su maravilloso sueño se llama Eurocopa, pero dependerá de un equipo...