La Academia acepta 'tuit', a ver si la escuela acepta a los 'tuiteros'

Santi Giménez
Nació en Barcelona en 1968. Estudió Ciencias de la Información y Filosofía. En 1988 entró a trabajar en la revista Barcelona Olímpica, en 1990 en el diario Las Noticias. Tras cerrar ambos medios se incorporó al Diario de Barcelona en 1990, que no cerró hasta 1994. En 1994 entró en SPORT. Se incorporó al Diario AS en 2010, donde es Subdirector.
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Oficial. La 23 edición del Diccionario de la Real Academia Española (RAE) se presentó ayer y la noticia fue, como es habitual, las nuevas acepciones. Palabras y definiciones que los Académicos incorporan a la normativa, puliendo y dando esplendor a los términos. Es interesante comprobar cómo ‘tuit’ y sus derivados ganan presencia en la gran obra de referencia de nuestro idioma al tiempo que ‘soberanía’, ‘nacionalidad’ y ‘autonomía’ ven acotadas sus definiciones. Toda un declaración de intenciones sobre donde recae el verdadero poder en estos tiempos.

Tuiter y frikis. Ahora que esto del tuiter es algo suficientemente serio (“mensaje digital que se envía a través de la red social Twitter y que no puede rebasar un número limitado de caracteres”) como para tener entrada en un mamotreto de 2.376 páginas que incluye 93.111 artículos, deberíamos reparar en el uso que hacemos todos del tuiter y de la otra novedad del nuevo diccionario: Friki. A saber: 1) Extravagante, raro o excéntrico. 2) Persona pintoresca o extravagante. 3) Persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición.

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Educación. Puede que ahora que tuiter y friki son términos aceptados oficialmente (mucho más tarde de su conocimiento general) la escuela se ocupe de educar a los internautas para que dejen de ser tan desagradables y también ayudaría ver cómo los que se suponen que deben de ser ejemplo de comportamiento actúan como tales. No es de recibo ver a Rio Ferdinand insultar vía tuiter a un seguidor del City, ver a Balotelli hacer las gansadas que hace y publicarlas ni ver a Ronaldo Nazario mofarse de los argentinos defendiendo a Dunga después de que su gesto despectivo hacia el banquillo argentino tuviera más retuits que los goles de Tardelli para ganar un amistoso en Pekín a Argentina. De los referentes uno espera una actuación académica, no de friki.

De postre, Piqué. Y si andábamos buscando referentes, nos encontramos el otro día con la censurable actuación de Piqué ante unos policías locales de Barcelona. Probablemente, el jugador del Barça no hizo nada que mucha gente no haya hecho, pero claro, no son Piqué. Él tiene que saber, y sabe, que sus desplantes son como matar un elefante. No pasan desapercibidos para los tuiteros. Lo saben hasta en la RAE.

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