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El riesgo de jugar en casa

Van tres Mundiales en casa con un resultado final un tanto inesperado. El de baloncesto aún colea, y la Federación analiza las causas para no caer en los mismos errores. Orenga tuvo mucha culpa en ello, y ya ha purgado, pero hubo más motivos que los puramente técnicos. El estado mental de los jugadores en el partido decisivo contra Francia no fue precisamente el idóneo. ¿Y por qué? Puede que una de las razones principales las apuntara el mismísimo Pau Gasol en vísperas del campeonato: “Jugar en casa aporta motivación... y presión. En estos casos lo más difícil son las distracciones. Todo el mundo está a tu alrededor y quiere disfrutar contigo de un acontecimiento como este. Conviene no olvidar que hay un trabajo por hacer”.

Gasol respondía así, en la revista Ronda Iberia, a la pregunta de si jugar un Mundial en casa aportaba tensión añadida. La respuesta dejaba bien claro que había que tener cuidado con olvidarse de lo que había en juego. Y quizá se olvidó. Se olvidó por jugarse precisamente en España. De otra manera no se hubiera ido Marc Gasol a Barcelona para conocer a su hija recién nacida, ni Pau le hubiera acompañado, ni Sito Alonso hubiese viajado a Bilbao a firmar su contrato con el club local, ni el resto de jugadores se hubiera relajado en exceso el día de descanso. Las consecuencias fueron tremendas. Lo había advertido Gasol. No tiene que ser casual que los mayores éxitos de la Selección hayan llegado jugando fuera. A tomar nota.