Este fue el ‘angolazo’ del siglo XXI
Antes de nada, dar la mano a los franceses y felicitarles por su lección táctica y defensiva. Collet debió preparar este partido hace dos meses, porque nos maniató de una manera que me recordó a los tiempos de Maljkovic, cuando ganaba las Copas de Europa a 50 puntos y con pívots de dos metros pelados. Ahora, vamos con España. No se puede estar hablando de la final con EE UU como si el resto de equipos fuesen invitados VIP a la fiesta sin derecho a probar los canapés. En la esencia de la genética del ciudadano español está luchar con afán de conquista, convencido de superar adversidades imposibles y muros infranqueables. Nos gusta romper moldes y adornar de épica nuestros logros. Pero cuando nos dicen que está todo hecho, somos unos simples perdedores...
A Orenga hay que pedirle explicaciones aunque no haya sido el único culpable. Que Felipe Reyes no jugase un solo segundo en la noche más aciaga de Marc Gasol e Ibaka es un síntoma de necedad inexplicable. Felipe los tiene cuadrados, jugaba en la cancha en la que suele ser el héroe cada fin de semana y con un público que estaba deseando alabar sus gestas. Dejarle inédito es como si en fútbol tienes en el banquillo a Raúl y a Puyol y les ignoras en una noche de cuchillos largos. La reverencia al DNI nos terminó matando hasta arrebatarnos la identidad. Tener la mejor generación de la historia se contradice con exprimir a Pau Gasol como si fuese el único que pudiera salvarnos de la debacle. Estoy abatido como todos. Esta generación no merecía morir así.